sábado, 13 de octubre de 2018

De Zapatero a Rajoy, todos los Gobiernos inflaron los ingresos

De Zapatero a Rajoy, todos los Gobiernos inflaron los ingresos

  • Ninguno de últimos siete Presupuestos cumplió con la recaudación prevista
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Una de las críticas recurrentes a todos los proyectos de Presupuestos -ya sean del Estado, de las administraciones autonómicas o de los organismos locales- es la falta de credibilidad de los ingresos fiscales que suelen proyectar. Unas dudas sustentadas en la tozudez de los datos: los últimos siete Presupuestos Generales del Estado (incluyendo el de 2011 presentado por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y los seis consecutivos de Mariano Rajoy) han errado a la baja en sus previsiones de ingresos. Sumando todos, la recaudación tributaria líquida estuvo 35.492 millones por debajo de lo que se había anunciado, según los datos de las Memorias anuales de la Agencia Tributaria.

La 'era Rajoy'

Sin embargo, son los elaborados por el anterior ministro de Hacienda y Presupuestos, Cristóbal Montoro, los que resaltan por su falta de acierto. Como curiosidad, el error ha ido creciendo con los años. Así, en las cuentas de 2012, las primeras que presentó un Gobierno popular de Rajoy, la desviación fue prácticamente imperceptible, solo 159 millones, según los datos de la Agencia Tributaria. Muy diferente al último, correspondiente a los Presupuestos de 2017, que según la propia Hacienda, la recaudación tributaria líquida fue 7.012 millones inferior a lo que había previsto el Departamento de Montoro. Cifra similar a la anterior, la de las cuentas de 2016, cuando la desviación alcanzó los 7.271 millones.
No obstante, de las cuentas de Rajoy, el mayor desacierto fue el de 2013, cuando la recaudación líquida se quedó 9.013 millones de euros por debajo de lo que se presentó en el proyecto de Presupuestos.
Pero las mayores desviaciones se anotaron en la etapa socialista de Zapatero. La recesión se llevó unos 60.000 millones de ingresos fiscales, lo que descuadró totalmente las cuentas. En 2008, la diferencia entre lo presupuestado y la recaudación tributaria líquida superó ligeramente los 30.000 millones de euros. Lo sorprendente, según algunos expertos fiscalistas, es que el año siguiente se errase en 45.500 millones de euros a pesar de que la recesión era patente. Salvando la crisis, los años anteriores de la Administración Zapatero no tuvo un problema de ingresos fallidos, sino todo lo contrario. En el boom de precrisis, Hacienda se quedó corta en las previsiones de recaudación en cerca de 9.500 millones de euros en 2005, en más de 14.000 millones el año siguiente y en otros 13.500 millones de ingresos extra en 2006.
Con todo, José María Aznar fue el más conservador a la hora de presupuestar los ingresos, pues en todos sus Presupuestos, de 1997 a 2004 (aunque la mitad del último ejercicio ya había un gobierno socialista), los ingresos presupuestados estuvieron siempre por debajo de la recaudación líquida con que cerraron los ejercicios. Los ocho Presupuestos aprobados por los gobiernos populares de Aznar cerraron en conjunto con 32.169 millones de euros de recaudación líquida superior a lo que se predecía en sus proyectos de ley, con una media de superávit de 4.020 millones. Con altibajos, no obstante, pues el mayor exceso de recaudación se produjo en 1999, cuando superó en casi 9.500 millones lo previsto, y el menor, en 2002, con 365 millones de diferencia. Pero en todos ellos, al alza.

Los expertos en fiscalidad, y por extensión en Presupuestos públicos, coinciden en que se trata de una maniobra torticera frecuente y sin penalización. Si las partidas de gastos se pueden cuantificar al detalle, la de ingresos no deja de ser un brindis al sol que se calcula en función del cierre del año anterior y de las previsiones macroeconómicas, internas y externas, que manejan los propios gobiernos. Sin embargo, en función de estas previsiones de ingresos se determina el techo de gasto. Estos expertos consideran que, con frecuencia, ajustan las previsiones de ingresos a sus necesidades de gasto, cuando debería ser al revés; gastar en función de los ingresos probables.
Ahora bien, recaudar por debajo de lo previsto no significa necesariamente disparar el déficit fiscal, lo que sería criticado por Bruselas y penalizado por los mercados. Para evitarlo, los expertos apuntan que los Gobiernos cuentan con la potestad de dejar de gastar en ciertas partidas, lo que ha llevado a que numerosos asientos tengan unos niveles muy bajos de ejecución. Uno de los casos más relevantes son los fondos en I+D+i, que según denuncia Cotec, se gastan uno de cada tres euros presupuestados.
Sin embargo, en este ajuste del gasto según va evolucionando el Presupuesto, es la inversión la peor parada, especialmente las grandes obras de infraestructuras, cuyas concesiones se dilatan en el tiempo.


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